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-Veo que has encontrado mi nuez. Devuélvemela -dijo una voz a su espalda. |
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-Vamos, devuelve la nuez a su dueño, el Duende de la Floresta -insistió, inclinándose con burla. |
-Te la devolveré si sabes cuantos pliegues tiene en la corteza. De lo contrario me la quedaré, la venderé y podré comprar ropas para los niños pobres, porque el invierno es muy crudo. |
-Déjame pensar..., ¡tiene mil ciento y un pliegues! |
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-Guárdala -le dijo entonces el duende-: tu generosidad me ha conmovido. Cuando necesites algo, pídeselo a la nuez de oro. |
Sin más, el duendecillo desapareció. |
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viernes, 14 de noviembre de 2014
La nuez de oro
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